viernes, 7 de noviembre de 2014

El ejercicio puede tornarse un habito compulsivo

Todos conocemos los beneficios del ejercicio y parece que, adondequiera que vayamos, oímos decir que debemos ejercitarnos más. 

La actividad física fortalece el corazón y los músculos, reduce la grasa corporal y disminuye el riesgo de padecer muchas enfermedades.

Muchos adolescentes que realizan deporte tienen autoestima más elevada que sus compañeros menos activos y el ejercicio puede, incluso, mantenerlos más contentos a causa de la inundación de endorfinas que el ejercicio provoca. Las endorfinas son sustancias químicas que alivian el dolor naturalmente y mejoran el estado de ánimo. Estas sustancias químicas se liberan en el cuerpo tras hacer ejercicio y durante este, y cumplen una función muy importante para ayudar a controlar el estrés.



Por eso uno se pregunta, 

¿cómo es que algo que tiene tantos beneficios puede tener el potencial de dañarnos?

Muchas personas comienzan a practicar ejercicio porque es divertido o porque les da placer. No obstante, el ejercicio puede tornarse un hábito compulsivo cuando se realiza por razones inadecuadas.


Señales de ejercicio compulsivo.


Si te preocupan tus hábitos de ejercicio o los de algún amigo, hazte estas preguntas: ¿Tú...

  • Te obligas a hacer ejercicio, incluso si no te sientes bien?
  • Prefieres hacer ejercicio en lugar de reunirse con amigos?
  • Te enojas si te pierdes un entrenamiento?
  • Basas la intensidad del ejercicio en lo que comes?
  • Tienes problemas para quedarte sentado porque crees que no estás quemando calorías?
  • Te preocupas por el aumento de peso si un día no haces ejercicio?


Si la respuesta a todas estas preguntas es sí puedes estar padeciendo un trastorno alimentario conocido como Vigorexia o Trastorno de Adonis.



¿Qué es la vigorexia?

Consiste en un trastorno de la conducta alimentaria que, al igual que la anorexia, aparece como consecuencia de una imagen corporal distorsionada. Normalmente afecta a varones que se perciben como "demasiado delgados" y con insuficiente masa muscular, y como consecuencia realizan ejercicio físico de manera continuada y exagerada, rechazan alimentos grasos e incorporan a su dieta gran cantidad de proteínas e hidratos de carbono. Este trastorno también recibe el nombre de "anorexia atlética".

Uno de los principales síntomas de la vigorexia es un programa persistente de duro entrenamiento que se centra en el levantamiento de pesas con el objetivo de agrandar los músculos. Los pacientes entrenan con dolor y lesiones, abandonan el trabajo y las obligaciones familiares para entrenar, y se obsesionan cuando no están en el gimnasio.



Mirarse al espejo constantemente también es común, aunque, paradójicamente, muchos pacientes son muy tímidos. Al igual que los pacientes de anorexia, ven sus cuerpos imperfectos, y por lo tanto no quieren exponerse al juicio de los demás.

Los medios de comunicación pueden tener un papel muy importante en cómo una persona se ve a sí misma. Con la cantidad de revistas, anuncios y programas de televisión de hoy en día, un hombre (o mujer) puede pensar que es escuálido y débil, cuando en realidad no lo es.



Hay algunos factores de riesgo posibles que contribuyen a este trastorno: la intimidación y burlas durante el período escolar, la falta de armonía de la familia, el perfeccionismo, la tensión severa, el enfoque estético y la influencia negativa de la cultura de masas que promueve un cuerpo idealizado.


El tratamiento de la vigorexia consiste en la atención psicológica (psicoterapia) a largo plazo. El tratamiento de la vigorexia consiste en la atención psicológica (psicoterapia) a largo plazo. 



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