En primer lugar debo agradecer a mi amigo J.R. quien ha dedicado parte de su vida a orientar a personas con problemas de consumo de sustancias, por tomarse el tiempo de escribir unas líneas sobre su experiencia de vida y me permitiera usarla como ejemplos prácticos para ilustrar algunos aspectos.
El relato que
aquí se presenta, tiende a mantener un hilo común en la evolución de todas las
adicciones, por lo que las siguientes líneas trataremos de identificar aquellos
aspectos que pueden tomar especial relevancia para la comprensión de las
adicciones.
“Cuando
comienzo con el consumo de drogas primero fue el alcohol y los cigarrillos a la
edad de 14 años. En casa no tomaba ni fumaba pero mi madre me permitía ir a la
fiestas, ahí tomaba y fumaba, creo que mi madre se daba cuenta pero solo decía
que si me conseguía con un cigarrillo me pegaría
.
“A los 15 ya tomaba los fines de semana y ya
tenía llave de la casa, así que llegaba en la madrugada. Ella me reclamaba solo
por el ruido que hacia cuando llegaba, más no se sentaba a hablar conmigo sobre
lo malo del alcohol, luego ya no me decía nada se hacia la loca
“Cuando
tenía 16 años, estando en casa de un amigo, conseguimos un kilo de cocaína y
dinero que tenía guardado un tío de mi amigo que estaba preso, y fue cuando
pruebo la coca y me quedo enganchado consumiéndola, ya antes había probado
marihuana, pero no me gustaba. Cuando
llegue a casa después de haber fumado, ella pensó que yo estaba borracho, me
formo un lío pero al poco tiempo quedo todo olvidado”.
·
El inicio del consumo, por lo general comienza
con el uso de sustancias licitas como el alcohol y el tabaco. Es importante
poner límites desde temprana edad y abordar el tema del consumo de cualquier
tipo de sustancia en forma de discusiones participativas entre todos los
miembros de la familia y no como una mera imposición jerárquica. El objetivo es
que se pueda formar un criterio acerca de las sustancias que permita en este
caso al adolescente tomar decisiones adecuadas a la hora de verse expuesto.
·
Es de vital importancia dar con el ejemplo y no
tratar de predicar modos de actuar en los hijos que nosotros no somos capaces
de replicar como familia ni como individuos. “Pedir aquello que no damos”
resulta contraproducente a nivel de discurso y genera ideas del tipo “si él lo
hace debe estar o si él lo hace con qué autoridad reclama”.
·
Dejar pasar una situación inadecuada refuerza la
posibilidad de que esta se pueda repetir. Siempre deben abordarse las
situaciones consideradas indeseables, sin importar cuanto sea necesario
hacerlo. Las amenazas no funcionan la mayoría de las veces debido a que genera
más que una conciencia sobre lo adecuado o no de llevar a cabo la acción, el
perfeccionamiento de alternativas que evitan que la persona sea descubierta.
· Nunca puede establecerse sanciones o tomarse
acciones que impliquen a otra persona sin que queden claras las causas y las
alternativas de comportamiento que debe tomar la persona para evitarlas.
·
El consumo de sustancias a temprana edad,
normalmente no es una situación que se planifica con mucha anticipación, por lo
común es la suma de circunstancias es donde existe la disponibilidad de la
misma y una actitud positiva hacia el consumo. Por tanto, es de vital
importancia que la familia se defina como:
una lugar donde es posible hablar con libertad de situaciones de toda
índole, expresar emociones, respetar puntos de vista y donde cada miembro pueda sentirse parte fundamental de la misma tanto por lo
que recibe como por lo que aporta. Hay que crear posiciones claras hacia el
consumo de sustancias y sus consecuencias.
“Cuando
me enganche con la coca comencé a dejar de ir a clase y ella solo peleaba
conmigo, pero no me preguntaba el ¿por
qué? Al poco tiempo deje de estudiar y ella me ponía a hacer cursos o me
buscaba trabajo con amigos de ella pero no enfrentaba el problema sabiendo que
algo no estaba bien”.
“Así
fue pasando el tiempo y me puse rebelde. Me metía en prob0lemas que mi madre solucionaba
enviándome a casa de mi tía pero no hablaba de drogas ni de que me pasaba en
realidad”.
·
El consumo de sustancias a medida que avanza,
trae como consecuencia que la persona
entre en un espiral de abandono y/o pérdida de efectividad progresiva en la
realización de actividades diarias y rutinarias que no sean compatibles con la
acción de consumir. La ruptura con los vínculos
educativos, laborales y sociales son comunes y esperados, esto a su vez, disminuye
los sistemas posibles de soporte y hace que la condición de consumo se haga más
crónica.
·
Las dificultades del adicto están relacionadas
con un mal manejo y expresión de emociones, baja autoestima, carencia de límites, estrategias
poco efectivas para el manejo de situaciones emocionales y/o sociales, baja
tolerancia a la frustración, mal manejo de la ansiedad, efectos biológicos
propios de cada una de las sustancias en el cuerpo, entre otras. Por tanto, el
abordaje del mismo debe realizarse considerando el fenómeno como multifactorial,
y no considerando de forma inocente, que la simple ocupación en otras
actividades y la desvinculación del entorno negativo y de la rutina diaria, traerá
como resultado la solución del problema. Aunque sea un elemento importante, por
si sola y de forma desesperada puede volverse más en un agravante de la
situación de consumo.
· La negación es un elemento a vencer como paso
inicial para colaborar en el proceso de rehabilitación. La mayoría de las veces
se le atribuye solamente al adicto, sin embargo las personas que están a su
alrededor también incurren en la utilización del mismo mecanismo. Muchas veces
responde a temas asociados a la vergüenza social de tener un hijo adicto y las
implicaciones de que amigos, familiares y comunidad se enteren, en otros casos,
los pocos recursos emocionales o la carencia de estrategias de abordaje hacen
que sea más sencillo creen que nada pasa.
“A
los 21 años una vez, llegue a casa
después de dos días de estar consumiendo y me acosté, aún tenía droga y seguí
consumiéndola en el cuarto, cuando sentí que me faltaba la respiración me
asuste y toque la puerta de su cuarto, en ese tiempo ella tenía una pareja, un
gran hombre que me quería mucho y lo llame y le pedí la ayuda a él, le dije que
no quería consumir más y que hablara con mi mama para ver donde me podían
llevar”.
“Estando
en tratamiento en la clínica consumía igual y luego de un tiempo manipule para
no ir más. Como mi madre no le gustaba enfrentar la verdad que tenía un hijo
adicto, se dejó manipular y abandone el tratamiento”.
·
El adicto es cambiante en las decisiones que
toma. Si bien es capaz de reconocer en ciertos momentos los peligros en él o en
otros y tener la voluntad y convicción de dejar de hacerlo, los efectos asociados
a la abstinencia física y a las
variables psicológicas terminan generando la vuelta al consumo. Es de esperar
que el proceso de dejar de consumir pase por constantes recaídas y cambios
bruscos de discurso en el adicto. Es importante que quien apoya al adicto, comprenda que esto puede
suceder repetidas ocasiones, lo que le pemitirá aprender a manejar la situación
de frustración tanto para el adicto como para la misma persona.
·
La manipulación, entendida como la ejecución de acciones
de forma deliberada para influir en las opiniones o acciones de otras personas,
es parte del día a día de los adictos. La prioridad es consumir, por lo que se desarrolla la habilidad de engañar y de
usar cualquier factor que esté a favor para obtener lo que se quiere. Las
consecuencias de esta conducta varían, sin embargo la más común es la pérdida
de credibilidad en el adicto. Esta es una de las consecuencias de mayor
dificultad para manejar debido a que involucra una profunda frustración del que
se siente manejado y la sensación de que nada de lo que se pueda decir es
cierto. Lo anterior puede desencadenar en un abandono completo a toda causa de
ayuda para el adicto. La manipulación deber ser tomada como parte del problema
de consumo y por tanto manejada a través del dialogo y la contrastación
constante con la congruencia de los hechos que se presentan y el discurso del
adicto. No hay que confiar ciegamente pero tampoco hay que dejar de hacerlo.
“Así
paso el tiempo y me convertí en un vago, un delincuente, ya ella solo se hacia
la loca. Hasta que en uno de mis
cumpleaños, unos amigos me invitaron a beber y a consumir. Ese día amanecimos y luego que se acabó todo,
dos de mis amigos me dijeron: - mira
hermano tu estas mal deberías de buscar ayuda porque la droga te tiene
controlado - y me preguntaron que si
quería la ayuda y les dije que sí”.
“Nos
fuimos cada quien a su casa me acosté y cuando me levante como a las 3 de la
tarde estaba un amigo y mi hermana hablando en la sala. Nunca pensé que el
fuera a hablar con mi familia. Mi madre también estaba en la casa pero en su
cuarto. Me senté con mi hermana y mi amigo y hablamos del sitio donde me
llevarían. Ese día mi hermana se lo comunicó a mi madre pero al día siguiente
fui solo con mi hermana. Mi madre en casa no tocaba el tema. Ella solo cumplía
con darme lo que necesitaba. Pienso que ella siempre le ha temido a ese tema
por temor a la parte moral”.
·
Es común escuchar que los momentos de mayor
motivación del adicto aparece luego de una fuerte "resaca" ya bien sea física o
moral. Aparecen momentos de mayor claridad donde se experimentan los síntomas y
consecuencias de una forma más consciente. Es importante tomar estas
oportunidades para realizar un abordaje orientado a la búsqueda de ayuda
profesional y contar al momento con una línea de acción clara y no caer en la trampa de la realización de promesas de abstinencia, búsqueda
de trabajo y dejar de salir de la casa como solución única.
·
La empatía establecida con distintas personas
puede marcar una gran diferencia a la hora de realizar un abordaje sobre el
tema del consumo. No basta con sólo hablar y expresar el deseo de ayuda y
recuperación al adicto, es importante que esta persona tenga una relación de
respeto y conexión emocional con el mismo. El ser padre, madre o miembro de la
familia y manifestar preocupación, no es una garantía de que sea escuchado y
que tenga algún impacto.
“Cuando ya me interne mi madre se involucró un
poco más, ya que conoció otros
representantes que sí asumían que tenían adictos en la familia. Ella en ese
tiempo cambió su manera de tratarme y ya me trataba con cariño, cosa que nunca
lo hizo durante mi niñez, solo me dio lo material. Estando internado ella
entendió algunas cosas de como manejase conmigo”
·
La posición de la familia muchas veces es lo más
difícil, ya que aprender a confiar resulta complicado por el miedo a una nueva
decepción. Sin embargo, en la medida que se ven avances y estos se mantienen a
lo largo del tiempo, se restablece la esperanza y existe un mayor optimismo
aunque con reservas, lo que beneficia al proceso de curación de las heridas de
todas las partes.
·
La posibilidad de recibir ayuda terapéutica
permite que las personas que están a su alrededor manejen de mejor forma el
problema tanto a nivel personal como con la persona adicta. Si bien es decisión
del adicto dejar o no de consumir, la familia debe aprender a manejar la
alternativa que tome.
·
Es común que mientras el adicto va haciendo conciencia de su
enfermedad, identifica la presencia de patrones de comunicación poco efectivos
y de carencias de tipo afectivas entre
ellos y sus familiares, por lo que el trabajo de las mismas, aunque no aseguran
la recuperación, permiten un avance hacia el reconocimiento comportamientos que
promueven el malestar y el sufrimiento intra e inter personal de las partes
afectadas.
·
Aunque, es deseable que toda familia logre tener
conciencia sobre su dinámica de funcionamiento (Roles, responsabilidades, expectativas,
formas de pensar y de actuar, fortalezas y debilidades), el poder involucrarse aunque sea con sus limitaciones, aportan al
proceso de rehabilitación del adicto. Sin embargo hay que tener en cuenta que
aunque la familia es un factor importante en el proceso, la comprensión y
aceptación de las realidades personales
y relacionales del adicto luego de su desintoxicación, son el factor de mayor peso para lograr la
abstinencia.
Finalmente
“En
mi caso particular yo he tenido que entender que hasta la fecha ella se niega a
creer en por qué yo consumí drogas. Ella solo ha aceptado que ya yo no debería
volver a consumir drogas ya que tengo tiempo sin consumir y ya tengo un hijo y
que sería una sin vergüenza al recaer de nuevo. Pienso que me ha tocado duro
porque he tenido que entender que el apoyo de muchos de mi familia no tiene conciencia de la enfermedad
de la adicción. Acá en mi casa no se toca ese tema pienso que mi madre piensa
que eso ya paso y que no hay porque hablar de eso”.
“Por
mi propia experiencia pienso que mientras más se involucre la familia en el
tratamiento mayor será la contención que se le pueda dar al adicto”
Gracias por visita nuestro Blog "Ayuda Psicológica en Linea" próximamente compartiré mas artículos sobre el tema de las adicciones y la familia.
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Lic. Fabian Giraud. Psicólogo, Madrid / España.