Siempre se ha relacionado la comida con la salud y es que
“somos lo que comemos”.
Sin embargo, esta afirmación no sólo se vincula
con la salud física sino también con la emocional y hasta la espiritual.
México, al igual que diversos países en el mundo, enfrenta
un grave problema de sobrepeso y obesidad en su población adulta. Una situación
que podría originarse por una característica que diferencia a los humanos de
los animales: los sentimientos.
Es tan estrecha la relación entre el el cerebro y el estomago que
incluso, cuando se experimenta el amor las “mariposas” se sienten en el
abdomen. Sin embargo, no todo es bueno. Hay ocasiones en las que se come para ocultar
sentimientos que no son gratos ocasionando, a largo plazo, un problema.
Sabores y emociones
En este sentido, se pueden clasificar cinco sabores
principales en cuanto al comportamiento emocional de las personas:
Salado
Muchas personas estresadas prefieren la comida salada
llegando al extremo de abusar compulvisamente de ella. Por eso, los alimentos
salados están asociados con los estados de tensión y de ansiedad.
Dulce
La imperiosa necesidad por consumir alimentos dulces está
asociada con la preocupación. Es importante observar que el
sabor dulce calma la inquietud y el humor excitado, pero también puede llevar a
incluso a la dependencia emocional.
Picante
La comida picante es considerada un excitante físico,
ya que estimula las sensaciones corporales y en dosis moderadas puede compensar
un estado melancólico.
Ácido (o agrio)
Por otra parte, el sabor ácido o agrio, con moderación,
agudizan el intelecto y promueven el ingenio, pero en exceso puede tener un
efecto sobre el carácter, tornando a la persona áspera y llena de resentimientos.
Amargo
En forma moderada los alimentos de sabor amargo benefician
el corazón y el intestino y por ello se asocia con la alegría y el amor. Sin
embargo, un exceso de este sabor suele estar vinculado con sensaciones de
insatisfacción y frustraciones.
Por ello te presentamos las siguientes señales que te pueden
indicar que comes para esconder tus emociones:
- El hambre emocional comienza repentinamente. Todo lo contrario a la física que ocurre gradualmente.
- Cuando estás comiendo para mitigar un sentimiento no importa si tu estómago está lleno o vacío, sólo necesitas comer. En este caso tiendes a elegir una comida específica, ya que no te satisface cualquier alimento; una situación contraria sucede cuando es por hambre.
- Requiere de una satisfacción inmediata. En específico sobre un alimento poco saludable.
- No importa si estás lleno. Sientes la necesidad de seguir ingiriendo, sin importar que esto te cause malestar (dolor o inflamación).
- Surgen nuevas emociones. Después del exceso de comida se produce una sensación de culpa.
- Experimentas un grado de control. Con cada bocado crees que la situación empieza a tranquilizarse y te sientes más seguro de lo que va a pasar.
Un tip excelente para evitar comer por emociones es el
siguiente: detente y realiza respiraciones profundas antes de empezar a
ingerir tus alimentos.
Una alimentación balanceada no sólo cuida tu bienestar físico, también emocional.
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Psic. Pamela Mejía/ Psicóloga de la salud/ Pachuca,México