Las habilidades sociales de los jovenes de hoy pueden estar en
declive ya que tienen menos tiempo para la interacción cara a cara debido a su
uso mayor de los medios digitales.
Cantidad de jóvenes nacidos hace no más de tres décadas consideran su dispositivo tecnológico casi como una extensión de su cuerpo.
Un hábito que ha despertado un sinfín de polémicas, a las que recientemente se sumó un estudio que plantea que estos grupos tienen grandes dificultades para interpretar las emociones encubiertas en las expresiones faciales.
Científicos de UCLA encontraron que estudiantes de sexto
grado que pasaron cinco días sin siquiera mirar un teléfono inteligente, una
televisión u otra pantalla digital, pudieron leer las emociones humanas mucho
mejor que alumnos de sexto grado de la misma escuela quienes siguieron pasando
horas cada día mirando sus dispositivos electrónicos.
La primera generación que se ha criado con el teléfono
inteligente o dispositivos portátiles parecidos, y que ha estado relacionándose
de manera profusa con la gente a través de mensajes en las redes sociales, ha
desarrollado habilidades sociales con una notable proyección en el
ciberespacio. Pero quizá el precio personal que estén pagando estos jóvenes
pioneros por ese dominio casi nativo de las relaciones sociales vía sistemas de
mensajería como WhatsApp o el uso de redes sociales, sea un peor dominio de la
habilidad ancestral de leer emociones en los rostros de personas.
No es factible aprender las señales emocionales no verbales
en una pantalla con una eficacia tan buena como la que tiene hacerlo en
persona, cara a cara, no practicar lo suficiente la comunicación personal
directa, puede hacer que se “atrofie” un importante conjunto de habilidades
sociales del individuo.
La gente necesita más interacción personal directa, y que
incluso dedicando todo el tiempo de actividad digital a relacionarse con otras
personas, esa experiencia no puede suplir a la que proporciona el contacto en
persona, cara a cara, con la gente, sobre todo en lo referido a la habilidad
ancestral para captar emociones en los rostros y leer las señales de
comunicación no verbales en la conducta de nuestros semejantes.
Aunque las redes sociales también tienen su lado bueno, ya
que ayuda a adolescentes y personas jóvenes tímidas y/o con dificultad para
relacionarse a exteriorizar sentimientos y opiniones, y por lo tanto, a
desarrollar una empatía virtual que influye positivamente en el estado de ánimo
y en el desarrollo nivel social de los usuarios. Los jovenes estan perdiendo la
capacidad para leer emociones en los rostros.
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